En los últimos años las pesquerías en todo el mundo han estado sometidas a una enorme presión. La continua demanda de alimentos para satisfacer las necesidades de una población en continuo crecimiento ha forzado la explotación de los recursos pesqueros hasta niveles difícilmente sostenibles, amenazando superar la capacidad de los océanos para mantener la vida marina tal como la conocemos.

Por ello, es más necesario que nunca promover y apoyar la gestión responsable de las pesquerías a nivel mundial. Las organizaciones conservacionistas como WWF y Greenpeace han jugado un papel decisivo en el despertar de la conciencia ciudadana a esta necesidad y, en colaboración con autoridades locales y organizaciones supranacionales como la FAO, han desarrollado vías de actuación que permiten albergar esperanzas de que el futuro de la vida en el mar sea preservado para las generaciones venideras.

Somos conscientes de la amenaza que supone para el medio marino el incremento de la explotación pesquera intensiva y por ello en nuestra actividad seguimos las recomendaciones de los organismos científicos y organizaciones medioambientales teniendo en cuenta además, que por los diferentes intereses en juego ( industria, abastecimiento de las poblaciones, comunidades marineras locales) y las dificultades para conocer los estados reales de la poblaciones de peces afectadas, los criterios para afirmar la sostenibilidad de las pesquerías no son unánimes en cuanto a los grados de explotación y nivel de amenaza, pero hay algunos puntos en los que todos estamos de acuerdo:

  1. Seguridad de que todo el pescado utilizado proceda de pesca controlada, lo que implica el respeto de la normativa sobre tallas mínimas, especies protegidas, temporadas de pesca y cuotas de captura. Para ello exigimos que la trazabilidad de toda la cadena extractiva y productiva esté certificada de modo que permita identificar la procedencia de todo el pescado y los ingredientes utilizados
  2. Utilizar métodos de pesca selectiva. Dado que la pesca con anzuelo y las artes de cerco son menos dañinas que las redes de arrastre al reducir la presión sobre los caladeros y minimizar los descartes de especies o tallas sin interés comercial, el pescado que procesamos procede de embarcaciones que utilizan artes tradicionales no depredadoras. Así todo el atún que utilizamos es pescado con caña, la caballa procede de la costera del Cantábrico, el marisco de las Cofradías de las Rías Gallegas, etc.
  3. Favorecer la pesca local. El consumo de pescado procedente de pesquerías cercanas no solo ayuda al mantenimiento de las comunidades y sus formas de vida tradicionales sino que al evitar largos transportes de mercancía por medio mundo, contribuye a la eficiencia energética disminuyendo el consumo de CO2.